Paris, hijo del rey, nació en troya al iniciarse la disputa. Como los adivinos dijeron que el chico traería mal a la ciudad, su padre le abandonó, pero un pastor le encontró y crió, el chico creció sano, alto, hermoso, fuerte y como un diestro corredor. Se enamoró de una ninfa llamada Enone, quien curaba heridas de mortales y le correspondió.
Las diosas observaron a Paris y decidieron preguntarle a él quien era la más bella y por ende merecedora de la manzana. Atenea le prometió sabiduría eterna si la escogía, Hera inmensas riquezas, poder y honor y Afrodita le prometió que conseguiría una mujer tan bella como ella si le elegía. Entonces olvidó todo lo demás escogiendo a la última, las otras dos se enfurecieron.
Afrodita hizo que le robaran a Paris un toro, quien tuvo que ir a buscarlo encontrándose con su madre, Hécuba y esta le llevó con el rey, le acogieron olvidando la profecía y paralelamente otra boda fue celebrada, la del rey Menelao y la princesa Helena, de las hermosas mejillas, la cuál era la más bella y pretendida por muchos hombres, entre ellos, Ulises quien al final se casó con su prima Penélope. Paris quiso comprobar si era verdad, entonces fue y cuando llegó le trataron muy bien y cuando vio a Helena lo comprobó y se atrajeron. Pasaron mucho tiempo juntos y un día escaparon a Troya.